George Soloveytchik ha compuesto en torno a las discutidísimas figuras de Catalina y Potemkin una obra llena de vida e interés, amenizada con anécdotas y episodios curiosos, que en ocasiones lindan con lo escabroso. Para ello no ha inventado nada; le bastó con atenerse a los documentos históricos, particularmente al epistolario cruzado entre ambos personajes, del cual transcribe reveladores pasajes.